20 mar 2015

Hay que ser cabezón y persistir.

Desde pequeño suelen decir que "hay que ver lo cabezón que es este niño, como se le meta algo en la cabeza no hay quien le haga cambiar de opinión" y cosas por el estilo. Cuando llegas a la edad de razonar tras observar lo que ocurre alrededor desde una perspectiva más alta y más lejana, o sea en el instituto y algunos mucho más tarde o casi nunca, te das cuenta que el adjetivo de cabezón se lo ponen a todo el mundo por un motivo o por otro. 
Luego en la práctica ya es otro cantar. Y más en nuestro país donde, aunque nos cueste reconocerlo, somos de cultura mediterránea y nos cuesta ser perseverantes. Y si podemos hacer algo sin ensuciarnos las manos y en un plis plas, mucho mejor. 
Lo digo porque esta semana he estado dedicado a un tema de fabricación con futuro a corto plazo y me ha costado sudores conseguir que cada uno quiera hacer su trabajo. He tenido que convencer a una empresa para que haga su trabajo. Le he puesto todo en bandeja: materiales a usar, montaje a utilizar, plazos de entrega, que escoja su beneficio y garantizando siempre el dinero por adelantado antes de que mueva un dedo... increíble. 
Pero claro, por si las moscas decidí buscar ese as en la manga que todo empresario debe de tener. Un "por si acaso" que me tuvo entretenido buscando un plan B, otra empresa dispuesta a trabajar, a querer hacer su trabajo y bien pagado. Como se suele decir "con un cheque en blanco". 
Toda esta semana donde el teléfono lo he tenido echando humo y las reuniones han sido más numerosas que horas hay en un reloj no han hecho sino corroborar que son una gran mayoría los que no tienen ni ganas de salir de la crisis. Que nos saquen otros de ella. A mí no me marees. 
Y estamos hablando que he buscado a gente que se dedica a ese trabajo. Puedo asegurar que he sabido buscar pues toda mi vida la llevo dedicada al calzado y sé a qué puertas tocar y a qué teléfonos llamar para cada caso. Es lo que he "mamao" desde chiquitín. 
He encontrado muchos del gremio que en un principio accedieron a la idea, pero cuando les he ido planteando la innovación que tengo en mente (nada del otro mundo y riesgo cero) no se quieren marear. 
Yo, que copiando un poco a Sabina "no soy un fulano con la lágrima fácil, de esos que se quejan solo por vicio"  he buscado y rebuscado hasta dar con alguien que ha querido mojarse. Le he ofrecido I+D subvencionada por mí. Ha querido trabajar, que es uno de los quereres más en desuso en el Mediterráneo. Y va a tener beneficios. Vamos a tener beneficios. Porque hemos querido mojarnos.